La psicología detrás de una remontada

Publicado el 17 de abril de 2025, 19:00

Las remontadas no son magia ni mucho menos suerte. No ocurren porque sí, ni dependen solo del talento de los jugadores. Son el resultado de una combinación de preparación mental, resistencia emocional y capacidad de respuesta bajo presión.

 

Cuando un equipo está perdiendo, la lógica dice que lo más probable es que acabe perdiendo. La estadística está en su contra. La duda aparece, la ansiedad se dispara, las piernas pesan más y el rival se siente más fuerte. En ese momento, los jugadores pueden reaccionar de dos formas: aceptar la derrota poco a poco o decidir que aún hay margen para cambiar la historia. Y ahí es donde entra la mentalidad.

 

No se trata solo de creer, porque creer sin actuar no sirve de nada. Se trata de afrontar la presión sin miedo, de asumir el momento sin dejarse bloquear por él. Es un proceso psicológico en el que el jugador decide que va a influir en el partido, que va a tomar riesgos, que va a subir la intensidad en cada acción, sin pensar en el fracaso, sin pensar en el resultado final, sólo en lo que tiene que hacer en ese segundo.

 

El equipo que logra una remontada no es el que más sufre la presión, sino el que sabe usarla a su favor. No es el que se obsesiona con el marcador, sino el que se enfoca en cada jugada con claridad y determinación. Y sobre todo, no es el que espera un milagro, sino el que se niega a rendirse hasta el último segundo.

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